La investigación de un accidente aéreo exige reunir en una misma teoría toda la evidencia disponible. Ni la Aerocivil ni la justicia colombiana cumplieron ese mandamiento básico.
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John Jairo Velásquez, alias “Popeye”, es uno de los personajes que se ha encargado de reforzar la teoría de la bomba. Su biógrafa dejó de creer en lo que dice.
/Ilustración: Fernando Carranza
A qué le rinden culto los cosmólogos?- pregunta Jane Hawking, representada por la actriz Felicity Jones en la película La teoría del todo.
- A una ecuación simple y unificadora que explique todo en el universo- responde su esposo, el físico Stephen Hawking, interpretado por Eddie Redmayne.
La tarea de los investigadores aéreos es compleja y está guiada por el mismo principio que orienta a los físicos: recolectar la mayor evidencia posible para integrarla en una sola teoría. Después de todo, los físicos también investigan una explosión. Sólo que el Big Bang ocurrió hace 14 mil millones de años. Mas allá de que los investigadores de la Aerocivil no recolectaron evidencias importantes del accidente en noviembre de 1989, las que recopilaron nunca fueron integradas en una teoría coherente.
Por ejemplo, la caja negra se detuvo, pero nunca se intentó explicar cómo el aparato explosivo pudo provocarlo. Tampoco se explicó la ruptura de la línea hidráulica que dejó escapar líquido inflamable y provocó quemaduras y hollín en el lado derecho del fuselaje y en las turbinas. Al menos eso quedó escrito en el informe de la compañía Pratt & Whitney, fabricante de los motores. Varios testigos coincidieron en que el avión emitió humo y llamas por un corto período antes de la segunda explosión. Según la teoría del agente del FBI Richard Hahn y de la Aerocivil, el explosivo penetró en el tanque de gasolina y abrió un boquete en el fuselaje del avión. Si las llamas vistas por los testigos salieron por ese agujero en el fuselaje, ¿por qué no se detectó daño por fuego en esa zona? Un incendio provocado desde el tanque central de gasolina habría calcinado los cuerpos de muchos pasajeros, lo que riñe con los hallazgos de Medicina Legal.
Si lo que causó el accidente fue una bomba, ésta parece haber tenido propiedades casi mágicas. Logró que en los primeros instantes se desprendieran del avión fragmentos del tanque de combustible y de la superficie superior del ala derecha, muchas partes del tanque central y componentes de la cabina de pasajeros. Posiblemente también una de las puertas del tren de aterrizaje. ¿Cómo pudo lograrlo una primera detonación en la cabina de pasajeros, entre las sillas 14F y 15F, antes de la segunda explosión? En cuanto a qué zonas se despresurizaron primero y a qué velocidad la teoría de la Aerocivil es confusa. Si es cierto que la bomba abrió un hueco en el fuselaje y provocó la rápida despresurización de la cabina, las latas de cerveza y las bolas de icopor no habrían quedado como las observó el veterano investigador Walter Korsgaard.
Las preguntas sin respuesta del informe de la Aerocivil abundan: ¿Por qué desaparecieron las bombas de gasolina? ¿Por qué sólo una pequeña pieza resultó positiva a explosivos entre varias analizadas en Estados Unidos y Colombia? ¿Cómo se explica que sólo un fragmento del tanque central de combustible, distante al lugar directo de la explosión, resultara positiva para explosivos? Es como si una bomba explotara en la sala de una casa y el único objeto positivo para explosivos fuera un pedazo de plástico guardado en un cajón de la cocina. ¿Por qué no se insistió en aclarar la lista de pasajeros que abordaron respecto a la de los cuerpos examinados por Medicina Legal? ¿Por qué no se buscó exhaustivamente el cuerpo del suicida? ¿Por qué no le dieron importancia a que en ninguno de los cuerpos se hallaron señales de explosivos? ¿Por qué no se hallaron fragmentos de la bomba en las sillas y tapetes alrededor del lugar de la detonación?
Vídeos de Caracol en donde se puede ver la mala manipulación de los restos de la aeronave de Avianca
Un laberinto de mentiras
Si los investigadores de la Aerocivil no integraron todos los indicios en su teoría, los investigadores judiciales que en los años posteriores buscaron a los responsables de la bomba nunca ahondaron en las declaraciones de los concurrentes al proceso. Una de las personas que más ha insistido en la versión de la bomba ha sido el sicario del cartel de Medellín, John Jairo Velásquez, alias Popeye. En incontables entrevistas y en su declaración oficial ha referido que detrás de lo sucedido al HK 1803 en noviembre de 1989 estuvo su jefe, Pablo Escobar Gaviria.
Un relato que repitió en prisión durante 23 años y que ahora replica en libertad, casi de memoria, como un libreto aprendido: “El avión de Avianca es un galimatías. Cuando los norteamericanos detienen a la Kika en 1992, Carlos Castaño Gil y la DEA vuelan a Estados Unidos y organizan todo para que él (la Kika) pague por el atentado. A Castaño le preocupaba mucho que lo involucraran, porque después del 9-11 los norteamericanos no aceptaban a nadie en EE. UU. relacionado con terrorismo. Pero ellos la tienen muy clara: fue Carlos Castaño, la armó Carlos Mario Alzate Urquijo (Arete) y el terrorista del cartel de Medellín alias Cuco. Era un muchacho entrenado por un terrorista de la Eta, traído por Jorge Luis Ochoa Vásquez en el año 1986, principios del 1987”.
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Lo juro por la vida de mi hijo y por el Espíritu Santo. Pablo Escobar Gaviria ordena colocarle la bomba porque el DAS había informado el itinerario del presidente César Gaviria.
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Como él mismo lo insinúa, sus declaraciones son un galimatías. La sola mención del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, evento ocurrido 12 años después de la explosión del avión de Avianca, permite entrever cómo se empastelan sus recuerdos. “Yo por esa verdad me hago matar”, manifiesta Popeye, en entrevista telefónica. “Lo juro por la vida de mi hijo y por la vida del Espíritu Santo, que yo por el Espíritu Santo no juro nunca. Es muy fácil: Pablo Escobar Gaviria ordena colocarle la bomba al avión de Avianca porque el DAS había informado el itinerario del presidente César Gaviria. Sabían que iba a abordar ese vuelo. La bomba la armó el Arete en una bodega de Eugenio León García Jaramillo, alias el Taxista, que ahora trabaja con la DEA en Estados Unidos. La movió Carlos Castaño a Bogotá. Castaño engañó al tipo que se subió al avión. La bomba la ayudó a subir el DAS y detonó. Ahí no hay más misterio”.
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El relato de Popeye es dudoso, empezando porque no hay una sola prueba del explosivo que según él fue utilizado: C4.
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Ante la pregunta de si en algún momento él estuvo en una conversación en la que se trató el tema del avión de Avianca, Popeye contesta con rodeos: “yo era muy amigo de Pinina. Éramos socios en el cartel de Medellín. Y Cuco era familiar de Pinina y de Giovanni Lopera Zabala. Cuco hablaba claramente de la bomba del avión de Avianca. Se dice que Carlos mata a Cuco por lo del avión (…) Hay algo muy cierto: yo estaba con el patrón cuando estalló la bomba. Nadie había hablado de la bomba antes. Carlos Mario Alzate Urquijo (Arete) hablaba frentiao de eso. El patrón hablaba tranquilamente”. A esa retahíla de nombres de personajes del cartel de Medellín, Popeye agrega un par más: Jhon Freydell y Jorge Luis Ochoa Vásquez, de quienes asegura fueron los principales financiadores de la bomba.
La escritora Maritza Neila Wills, quien pretendía escribir la biografía del exsicario ahora convertido en youtuber, no confía en sus posturas. “Ya no le creo, sobre todo desde que empecé a verificar las historias”, manifestó a El Espectador. “Está exagerando su papel en el cartel de Medellín. John Jairo Velásquez no era la mano derecha de Pablo Escobar”.
El relato de Popeye es dudoso, empezando porque no hay una sola prueba del explosivo que según él fue utilizado: C4. Tampoco quedaron rastros de dinamita, como aseguró el Arete. Los investigadores la habrían detectado en los restos del avión o en los cuerpos de las víctimas, como lo detectaron en otros atentados con carros bomba perpetrados por este mismo grupo de narcos. ¿Por qué la justicia aceptó las versiones del Arete y Popeye si los pormenores técnicos no coincidían con su relato? ¿Por qué además los sicarios de Escobar no aclararon quiénes fueron realmente Julio Santodomingo y Alberto Prieto, supuestos autores materiales del atentado? En su afán por apaciguar la guerra narcoterrorista, la justicia y el Gobierno renunciaron a la búsqueda de la verdad.
Ningún empleado de Avianca declaró a la justicia haber visto algo irregular el día de la explosión. Una de las encargadas de controlar la entrada de los pasajeros al avión testificó que entre tantas personas y vuelos era imposible recordar si alguien entró o salió de la sala de abordaje. ¿De dónde surgieron entonces los detalles que enmarcaron la historia de Santodomingo y Prieto comprando pasajes, pagando en efectivo, entrando y saliendo de la sala? Si Alberto Prieto existió, así no fuera su nombre real, y el Arete conocía su identidad y su familia, por qué la justicia no insistió en conocer esos detalles y constatarlo con los cuerpos identificados por Medicina Legal.
Acomodar las verdades de los narcotraficantes en la teoría del todo es imposible y 27 años después de la explosión la historia de la bomba pierde consistencia. Comienza a parecer una teoría de conspiración difícil de anclar en pruebas inobjetables.
la historia que nunca nos contaron
Avianca 203