SUS LUCHAS Y PASIONES / libreta de apuntes
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Libreta de Apuntes, 7 de diciembre de 1986
“De ciertas damas”
M
e cayó como llovido del cielo el obsequio que me hizo la editorial Ancora del libro en que se recogen una serie de crónicas escritas por el doctor Carlos Llevas Restrepo —publicadas originalmente e su revista Nueva Frontera— en las que el ilustre estadista se ocupa de la vida pública y privada de varias mujeres importantes, basándose en los libros que sobre esas mismas mujeres escribieron autores antiguos y modernos poco conocidos por los colombianos porque sólo se encuentran en idiomas como el italiano, o que nuestros libreros no han creído del caso importar y vender en nuestra patria.
Confieso que estaba con la cabeza caliente. Ofuscado. Fatigado. Sobre mi escritorio se acumulaban papeles y más papeles, periódicos y más periódicos, revistas y más revistas, todos cargados de dinamita devastadora. Un panorama mundial encarecido por los escándalos del llamado Irangate que tiene conmocionados a los Estados Unidos y sus aliados, impactados por las revelaciones de la venta de armas por el gobierno del presidente Reagan al Irán, países considerados por ese mismo gobierno como unos de los de los epicentros del terrorismo mundial. Agravado todavía más el escándalo por el desvío de parte del producto de la venta de armamentos de Irán hacia las fuerzas contrarrevolucionarias de Nicaragua. Y un espectáculo deplorable dentro de nuestro territorio colombiano, afectado por las olas de atentados dinamiteros contra la riqueza petrolera de Colombia y de la minería de oro del país y hasta contra la ciudad amada de todos los colombianos, Cartagena.
La cabeza no sólo estaba caliente sino que hervía por el lamentable espectáculo de unas leyes aprobadas con quórum al ojímetro, colocando al presidente Barco ante un dilema casi imposible de resolver por responsabilidad o, mejor, por falta de responsabilidad de su propio partido y por culpa, que no es culpa de una oposición que sabe aprovechar adecuadamente los errores que cometen sus adversarios. Y la temperatura subía al leer y escuchar declaraciones de un alto magistrado, presidente del Consejo de Estado, recomendando la legalización y el comercio de narcóticos, y que muy orondo decía que hablaba a título personal, sin percatarse de que su altísima investidura y su persona resulta evidente que es indivisible y que la salvedad de que su posición no comprometía al Consejo de Estado ningún medio de comunicación ni ningún ciudadano colombiano podría hacer, en lógica, diferencia entre el individuo Buitrago y el magistrado Buitrago, presidente del Consejo de Estado, como en efecto ocurrió. Esas declaraciones coincidían con noticias procedentes de Costa Rica según las cuales los capos del narcotráfico colombiano habían aumentado de un millón a cuatro millones de dólares el precio que pagarían por la vida del embajador Lewis A. Tambs de los Estados Unidos. Y coincidieron, además, con la captura en Envigado de un gran cargamento de heroína, otra droga peor acaso que la coca, hecho insólito en Colombia que según se viene a saber ya entro al narcotráfico de la mortal heroína. Como si fuera poco, se vino encima el jueves de locura durante el cual un sicópata mató a sangre fría a más de 25 personas en dos edificios y en un restaurante, cubriendo de horror a Bogotá y a Colombia.
Y fue entonces cuando llegó, lluvia refrescante, De ciertas damas¸ el libro de Carlos Lleras Restrepo.
Un escritor polifacético
Como terapia a los colombianos narcotizados o embrutecidos por tantas noticias espantosas, como las que recibimos por estos días, nada más recomendable que hacer lo que yo hice… ponerme a leer la prosa penetrante, aguda, de fino humor y grata ironía, divertida y mordaz, del expresidente Carlos Lleras. En realidad para algunos, tal vez muchos, es una relectura, pues conocíamos los textos que publicó en el pasado en Nueva Frontera. Y existe, además, una edición que se agotó de inmediato, realizada por la Fundación Simón y Lola Guberek. Pero la nueva edición, editada por Ancora, permitirá a muchos compatriotas deleitarse, como nos hemos vuelto a deleitar nosotros, leyendo De ciertas damas. Entre otras cosas, porque muchos compatriotas que admiran la figura estelar del estadista, que maneja y domina la complejidad de los temas económicos y sociales, que proyecta su imagen mucho más allá de nuestras fronteras como brillante expositor político en los campos internacional, agrario, laboral, industrial, histórico, escritor prolífero y fecundo y lector infatigable, poco conocimiento tienen de otra de sus facetas, la de un reseñador y crítico de libros que aprovecha sus lecturas actualizadas a la última moda para elaborar ensayos magistrales sobre algunos temas que en apariencia suelen confundirse con frivolidad, cuando en realidad son retratos perfectamente logrados De ciertas damas como Mesalina, Lucrecia Borgia, Beatrice Cenci, Las Cortesanas de Venecia, las Grandes Favoritas, La Condesa de Castiglioni, Claretta Petacci, La Bella Otero.
¿El doctor Lleras escribiendo sobre Mesalina? ¿El doctor Lleras dedicando su tiempo precioso a la Bella Otero? ¡Imposible!, dirán algunos. Pero, ¡qué va! El doctor Lleras no ha perdido ni un instante de su tiempo preciosos al dedicar unas horas, primero, a la lectura de los libros que comenta y, otras tantas, a reseñarlos.
El poder multiplicador de los periódicos de gran circulación ha servido, en no pocas oportunidades, para que llegaran al vulgar de las gentes los escritos de Carlos Lleras bajo el seudónimo de Hefestos. Ese endemoniado personaje que le sirve de remoquete o seudónimo al expresidente colombiano para decir ciertas cosas y decirlas de cierta manera, cuando consideraba que no es el caso de hacerlas bajo la solemnidad de unas notas editoriales, ha sido buena muestra del multifacético escritor que hay en este increíble doctor Carlos Lleras Restrepo, capaz en un solo número de su revista Nueva Frontera de analizar con profundidad e inspiración los complejísimos problemas de la alta economía y la alta política, satirizar bajo seudónimo a ciertos personajes con rabo de paja o a determinadas situaciones anecdóticas de nuestra vida cotidiana, relatar la Crónica de su propia vida con documentación altísima y rígido ordenamiento de su larga trayectoria de dirigente liberal y nacional, y crear, con un solo artículo, toda una convergencia colombiana alrededor de la publicación de un poema que en su momento hizo carrera en las altas esferas y en la media clase y en la baja pobreza que tuvo a flor de labios el verso: “Dime… ¿Te resistirías?...” (Todos lo recordamos, ¿no es verdad?)
“La meretriz augusta”
Si mis amigos atienden mi sugerencia y comienzan hoy mismo a leer De ciertas damas, de Carlos Lleras Restrepo, que se abre con el capítulo referente a Mesalina —La meretriz augusta— y continua con los 39 años bellos, trágicos, misteriosos y terribles de la vida de Lucrecia Borgia, y prosigue con el ambiente disoluto de la Roma del cinquecento y la vida escandalosa de Francesco Cenci, padre de Beatrice, y se prolonga con la Cortesana de Venecia, que dieron a la más antigua de las profesiones prestigio considerable, no ya sólo entre los disolutos y hombres de mundo, sino entre escritores y artistas (hasta aquí he llegado y voy a proseguir), coincidirán conmigo en que la tensión arterial se estabiliza, la fatiga del corazón desaparece, la cabeza caliente, que hierve, se enfría y se serena, el estrés de la violencia se disipa, nos reconciliamos con la alegría de vivir que es en gran parte la alegría de leer un buen libro escrito por un estilista inspirado y brillante que domina el arte de narrar, de retratar personajes, de transmitir sus grandezas y sus miserias, de reconstruir la historia con amenidad y con ironía y con humor y con drama y con tragedia, según las circunstancias.
Gracias doctor Lleras Restrepo, por haber evitado, en el momento preciso y cuando era inminente, el estallido de la dinamita que los problemas de nuestro país y del mundo habían colocado en mi cabeza. Se desactivó la mecha con sólo empezar la lectura —que en realidad es una relectura— de su libro De ciertas damas.
Otro favor de los muchísimos que le debo a usted y que son incancelables, porque no tengo otra manera de hacerlo sino expresando, con toda la sinceridad y toda la espontaneidad posibles, mi admi ración deslumbrada por la talla inmensa de su personalidad y de su inteligencia.